EL DECLIVE DE LA VIRTUD EN OCCIDENTE
DOI:
https://doi.org/10.52195/pm.v21i1.937Abstract
Frecuentemente acusamos a la clase política de carecer de valores, pero ¿son los políticos una excepción o se limitan a reflejar la carencia de valores (o, mejor dicho, de virtudes) de la sociedad que les vota? ¿Puede un pueblo que ama la verdad y la honestidad votar a psicópatas, mentirosos patológicos y caraduras?
“La ciudad no se adorna con cosas exteriores, sino con la virtud de quienes la habitan”, escribía Epicteto. ¿Cuáles son las virtudes de los que habitan las sociedades occidentales? Porque sin el ejercicio de las virtudes no se puede aspirar a un orden social justo ni tampoco a la felicidad individual, afirmación que hoy quizá sorprenda pero que Aristóteles tenía claro hace 2.300 años: “sin virtud no podemos ser felices, hasta donde los hombres pueden serlo1”. Lo mismo defiende el cristianismo, raíz de la civilización europea: la virtud es la piedra angular sobre la que se apoya la felicidad, la convivencia y la verdadera libertad del ser humano.